Nada ha tenido tanto impacto en la historia de la humanidad como el cambio tecnológico. Si durante milenios los seres humanos vivieron básicamente con la misma renta per cápita, fue la Revolución Industrial, fruto en gran medida de nuevos hallazgos tecnológicos, la que hizo que nuestros ingresos se dispararan, y que a partir de 1800 se hayan multiplicado por veinte. Algo que ha sido posible incluso en lugares tradicionalmente poco desarrollados.
Hoy nos encontramos ante una nueva oleada de innovaciones tecnológicas. Todas las anteriores han mejorado el bienestar humano en términos generales, pero también han generado dilemas, problemas y perdedores. Ahora, nuestras expectativas sobre la revolución digital son confusas. En primer lugar, porque, a pesar de la velocidad de los cambios, atravesamos un período de inusitada atonía en el crecimiento económico. Y porque, además, no sabemos el impacto que tendrán los robots, la inteligencia artificial y los algoritmos en el empleo y la distribución de la renta.
En este panorama confuso y temeroso, los economistas Javier Andrés y Rafael Doménech trazan un mapa imprescindible para conseguir entender cuál es el futuro de nuestras sociedades en asuntos básicos como el trabajo, la desigualdad y el estado de bienestar. Y su punto de partida invita a la responsabilidad y la reflexión: no hay nada inevitable ni inexorable en las nuevas tecnologías. Pero para encauzarlas de manera adecuada es necesario que las decisiones personales, políticas y empresariales empleen esa tecnología para lograr una sociedad no solo más próspera, sino también más inclusiva.
Las sociedades actuales están sometidas a multitud de presiones: las nuevas tecnologías digitales, los riesgos medioambientales, el envejecimiento o unas cuentas públicas con una precaria sostenibilidad.
¿Cómo es posible mantener el estado de bienestar cuando se nos presentan tantos retos? ¿Cómo podemos garantizar que los costes de transición de esta revolución dominada por la tecnología no sean demasiado elevados? ¿Seremos capaces de diseñar formas de bienestar que incluyan a las víctimas de la revolución, de modo que evitemos la irrupción de descontentos políticos aún más graves que los actuales?
La era de la disrupción digital dibuja un panorama conflictivo, pero lo aborda con un optimismo razonable. La profusión de datos, la capacidad de los autores para condensar los grandes problemas de nuestro tiempo en explicaciones claras y amenas, y la utilización de la historia para iluminar el futuro, hacen de este libro la caja de herramientas perfecta para todo aquel que quiera pensar en la economía, y en la vida, del mañana.