Andrés y Rossana están casados y nunca pudieron tener un hijo. Cuando se deciden a adoptarlo, la burocracia los burla. Entonces reciben una oferta encubierta: viajar desde Buenos Aires hasta San Miguel de Tucumán, en el norte argentino, para buscar un recién nacido a cambio de dinero. Todo prometía ser más fácil y rápido, pero se equivocaban, pues habrá obstáculos de sobra: desde sus propios terrores hasta el antagonismo de muchos familiares, la corrupción policial y los incontables rivales que se toparán en el camino. Peor aún, quedará en evidencia su porosidad como pareja y ambos transitarán al filo de la disolución.
El viaje es una historia vertiginosa y difícil de abandonar, que pone en juicio nuestras más tradicionales ideas de autorrealización, el valor de la familia y hasta de la patria, y con personajes que, kilómetro a kilómetro, enfrentarán sus límites más insospechados sin promesa de victoria.
El ritmo y la tensión narrativos son excelentes. La novela se lee de un tirón y mejora a medida que avanza precipitando al lector al final.
El estilo que destila el autor y el ritmo que imprime a sus páginas nos lleva a referentes dentro del thriller actual como Don Winslow o Harlan Coben.
El autor despliega a lo largo de todo el relato gran agilidad y fuerza narrativa. Además sabe combinar con acierto las escenas casi esperpénticas, el humor negro y algunos tintes más realistas con la psicología de los personajes redondos e interesantes.
El autor despliega a lo largo de todo el relato gran agilidad y fuerza narrativa. Además sabe combinar con acierto las escenas casi esperpénticas, el humor negro y algunos tintes más realistas con la psicología de los personajes redondos e interesantes.
Un tema, el de la adopción, que está de plena actualidad tanto en las letras como en los medios de comunicación, que el autor aborda con la crudeza necesaria y, al mismo tiempo, con mucha sensibilidad y sentido común.