Esta compilación de voces liberales, entre las que están las de Mario Vargas Llosa, Johan Norberg, Deirdre McCloskey, Tom G. Palmer, Carlos Alberto Montaner, Álvaro Vargas Llosa, Gloria Álvarez y María Blanco, despliega los mejores argumentos en favor de un pensamiento sin prejuicios y antidogmático, que coloca al individuo en el centro de sus ambiciones y nos muestra el camino hacia un mundo más libre, menos fanático y más rico y próspero en todos los sentidos.
El liberalismo, sostienen los autores de este libro, encarna el carácter revolucionario del sentido común, defiende que los derechos y las libertades sólo están a salvo si el poder tiene límites y si logramos dejar a un lado los colectivismos tanto de izquierdas como de derechas.
Si es así, a pesar de que las amenazas a la sociedad libre y abierta siempre existirán, entonces los individuos serán libres, florecerán, confiarán unos en otros, cooperarán y prosperarán.
El liberalismo, a fin de cuentas, es mucho más que mercados libres, seguridad jurídica y propiedad privada. El liberalismo es una larga lucha contra la desigualdad ante la ley.
En estos momentos, medio mundo está experimentando un auge de las políticas antiliberales. La libertad se enfrenta a innumerables contiendas. El socialismo, el estatismo, el conservadurismo, el nacionalismo, el fascismo, la izquierda, la derecha y muchas otras ideologías políticas, con sus frecuentes pretensiones colectivistas, intentan aniquilar cualquier vestigio de individualidad.
Este viejo y, al mismo tiempo, renovado populismo, sea de la orientación que sea, siempre se muestra hostil al liberalismo y a los principios liberales basados en las libertades civiles, el libre mercado, la división de poderes y la pluralidad de voces. Quiere, en esencia, acabar con tu libertad.
Pero la historia demuestra, como argumentan de manera brillante y original los autores de este libro, algunos de los liberales más destacados de nuestro tiempo, que el camino hacia un país libre y exitoso se logra con esfuerzo, trabajo, responsabilidad y plena libertad. No se consigue con un Gobierno más grande, cuyo objetivo es decidir sobre nuestros proyectos personales e imponer el éxito por ley mientras destruye las escaleras para alcanzarlo.
La libertad, además de permitirnos que tomemos decisiones por nosotros mismos, genera paz, prosperidad y crea riqueza donde antes no existía, y eso se logra con cooperación, innovación, iniciativa privada y respeto por los órdenes espontáneos, no a través del persistente control gubernamental.
Si queremos progresar no podemos seguir fiando nuestro destino a políticos y burócratas que ignoran nuestras preferencias y, con frecuencia, son contrarios a ellas.